Reducir las esperas en los hospitales es una imperiosa necesidad

La sanidad y su calidad está en boca de todos desde hace demasiados años. El punto de inflexión, en este sentido, fue durante la crisis económica que empezó a sacudir los cimientos de la sociedad española durante el año 2007. En ese momento, algunos políticos empezaron a recortar en sanidad y los servicios médicos notaron las consecuencias de ello, empeorándose la atención que se le prestaba a los pacientes. La situación no ha mejorado en absoluto de un tiempo a esta parte porque los recortes se han continuado produciendo y, además, lo han hecho en un contexto posterior al de la pandemia, que todos y todas decíamos que iba a reforzarnos.

Hemos llegado a una situación en la que hacen falta soluciones. Lo sé bien porque soy uno de los médicos que forman parte de la sanidad pública en nuestro país. Dispongo de muchos años de experiencia en la materia y la verdad es que he podido ir viendo cómo se ha degradado el servicio a lo largo de todos estos años. Por tanto, creo que es lógico que esté preocupado y que tengo todo el derecho del mundo a estarlo. Todos los días veo a gente preocupada por su salud y que necesita ayuda de manera más o menos rápida. Si no somos capaces de proporcionársela, el problema lo tenemos todos porque llegará un momento en el que necesitemos atención y no nos la podrán prestar.

Una noticia publicada en el diario El País sirve para poner de manifiesto cómo se encuentra la sanidad en nuestro país, en concreto en una comunidad autónoma como lo es la de Madrid, que ya sabéis que es una de las que más críticas ha tenido en este sentido. Lo que dice la noticia es que Madrid había batido un nuevo récord en materia de citas médicas en espera. ¡Eran más de 1.029.000! Es una barbaridad y no tiene perdón. Que haya más de un millón de personas esperando a ser atendidas por un médico es algo que deja claro que algo está fallando y que hay que buscar y encontrar soluciones. Estamos hablando de salud, que es la prioridad básica en una sociedad.

La verdad es que lo peor no son las cifras. Lo peor es ver lo que suponen todos esos retrasos. Había gente que me decía que llevaba varios días esperando a ser atendida por el médico y que eso le había provocado un agravamiento en su enfermedad. Otras personas aseguran que, directamente, sus citas nunca llegan. Otras aseguran que, cuando se supone que llega el día de su cita, esta se tiene que cancelar o se retrasa horas y horas con motivo de la enorme cantidad de personas que se encuentran esperando para ver al mismo médico. Esto no puede ser. Duele solo de pensarlo y me está doliendo mucho más al escribirlo. Pero es la realidad en la que nos movemos.

No es de extrañar que haya más quejas que nunca. Un montón de gente está cansada de esperas tan grandes. Esto ha obligado a muchos hospitales a empezar a tomar medidas. El caso es que estaba claro que algo había que hacer para paliar una situación como de la que estamos hablando. Una de las cosas que ha permitido que se exploren mejoras ha sido la tecnología. Estamos hablando de una ciencia que ha permitido implementar mejoras en muchos ámbitos de la vida. Y el relacionado con la sanidad tiene una prioridad absoluta. O debe tenerla. No tendría sentido que no nos aprovecháramos de las ventajas de la tecnología para lo más importante.

En mi hospital, implementaron un software con el objetivo de reducir los tiempos de espera de los pacientes. Lo necesitábamos como el comer porque la mayoría de los mismos se quejaban por las grandes esperas. La empresa que lo instaló fue Squareet, especializados en servicios de consultoría TIC para empresas que llegaban con el argumento de que con el software se reducían las esperas en un 22%. Empezamos a notar mejoras desde el mismo momento de la integración del software y la verdad es que los pacientes también. Las quejas se redujeron y los pacientes empezaron a encontrarse con un servicio que es mucho más adecuado a lo que necesitan.

La verdad es que, como médico que soy, he ganado muchísima tranquilidad con este cambio. Es que no os podéis imaginar lo nerviosa que se ponía la gente cuando empezaba a dudar si iba a poder ver a su médico o no después de haber estado varias horas esperando. Y me parece completamente lógico y normal que se pusieran así. No estamos hablando de la espera para que nos atiendan en un bar, sino de algo en lo que, literalmente, nos va la salud, nos va el bienestar. Y con eso no se debe jugar nunca. Todos salimos ganando con esto: los pacientes, que son atendidos… y nosotros, que no nos tenemos que exponer a las justificadas críticas de la gente.

Y queda mucho trabajo por delante 

Lo que debemos tener claro es que las mejoras introducidas solo tienen que ser el principio de una larga carrera que concluya con una todavía mejor calidad de la sanidad que se presta en este país. Es cierto que la ayuda de la tecnología está siendo clave, pero quedan retos por cumplir y que estoy seguro de que se van a ir tachando de la lista de tareas por hacer de cara a los próximos años. La sociedad lo demanda y, por tanto, al final el sistema va a tener que adoptar las medidas necesarias para cumplir con ellas. Lo contrario sería sinónimo de estar enterrando el sistema público de salud. No descarto que haya una determinada cantidad de personas que lo quieran hacer, pero no creo que sea lo que va a suceder con el sistema de salud en España.

Decimos que queda trabajo por hacer porque, tal y como menciona el artículo que vamos a enlazar a continuación y que pertenece a eldiario.es, el 74% de la población cree que la sanidad ha empeorado y una mayoría de esas personas consideraría importante la posibilidad de pagar más impuestos para que el sistema funcionara mejor. Esto nos dice que la gente sigue siendo crítica con la situación actual, que todavía queda un margen de mejora con el que tenemos que cumplir sí o sí y que tiene que ser un propósito a cumplir tan pronto como sea posible. Es un reto mayúsculo, pero que tenemos que cumplir entre todos y todas.

Para conseguir una mejora que sea de verdad, las personas que se encargan de implementar las mejoras en lo relativo al sistema sanitario se tienen que poner siempre desde el punto de vista de los pacientes. La sanidad no solamente ha de consistir en tratar de solucionar los problemas de salud que tenga la gente, sino también de ponerse en su lugar para comprender mejor cómo se les puede ayudar. El médico, en este sentido, también es una especie de psicólogo que debe velar por el bienestar de aquellas personas que se ponen en sus manos y para las que es importante cada una de las cosas que les diga.

Es evidente que no todo esto depende de los médicos. Sin duda, los especialistas en la salud del cuerpo humano tienen que contar con el apoyo que les puede brindar la clase política, las instituciones. Y es que, al menos últimamente, eso es lo que mucha gente señala que ha fallado. La verdad es que nos parece lógico que la sensación sea esa porque los recortes en sanidad han sido una constante desde hace más de una década y así no se puede construir una sanidad pública que sea de calidad. Está claro que tenemos mucho de lo que aprender de aquello que ha sucedido en los últimos años.

No sabemos qué es lo que puede depararnos el futuro en este sentido. Nos gustaría pensar que la clase política ha aprendido de los errores y que los presupuestos que se le asignan al área de sanidad van a crecer de cara a los próximos años, pero ya sabemos que no podemos confiar en las palabras de algunos. Sería mejor que esas palabras se tradujeran en hechos, que es lo que la sociedad necesita y lo que viene demandando. Eso es lo que haría que el bienestar general se convirtiera en una constante en el interior de nuestras fronteras.

Solo hay que darle tiempo al tiempo para comprobar cómo evoluciona la situación y qué sanidad nos queda dentro de algunos años. La tecnología, como ya hemos podido comprobar más arriba, está de nuestro lado. Pero, como todas las cosas de la vida, eso requiere de una inversión, de alguien que apueste por ella. En caso de que no sea así, por muchas cosas que se inventen, no se va a poder implementar nada. Eso es lo que obstaculiza la mejora en cualquier ámbito de la vida, no solo en el sanitario.

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