El arte de la estampación: la serigrafía

Uno de los muchos procesos que podemos encontrar para estampar o transferir imágenes sobre los tejidos u otro tipo de superficies, es la serigrafía. Para ello, es necesaria la utilización de tinas y una fina malla. Se trata de un proceso aparentemente sencillo, pero vamos a ir poco a poco averiguando en que consiste exactamente.

Todos hemos oído hablar de la serigrafía o tenemos alguna camiseta estampada, no se trata de nada nuevo. De hecho es una técnica milenaria que data desde la antigüedad, aunque difícilmente podemos saber en que momento surgió la técnica y de mano de quien. Lo que si podemos saber es que su historia más reciente, la ubica a principios del siglo XX, momento en el que empezó a ser utilizada sobre todo para la creación de anuncios publicitarios.

Con el paso del tiempo, la técnica se expandió entre los artistas que hicieron de ella un arte.

Tipos de serigrafía

Como ya hemos dicho, la serigrafía es una técnica de estampación que consiste en la transferencia de una imagen mediante una malla denominada pantalla. Si la imagen cuenta con varios colores, se requerirá la utilización de una pantalla por color. Las pantallas, permiten el paso de la tinta formando la imagen que se pretende transferir.

Teniendo en cuenta el tipo de procedimiento, nos encontraremos con una serigrafía manual, donde todo el proceso es llevado a cabo por el operario. Cuando el operario se encarga de colocar el objeto a serigrafiar en la base de la máquina, nos encontremos con un procedimiento semi automático. Para serigrafiar una tirada de camisetas u objetos de mayor magnitud, se utilizará el procedimiento automático y textil.

La mayor diferencia entre un proceso y otro es el grado de automatización de la producción. Para serigrafiar una pequeña cantidad, lo más habitual es hacerlo de forma manual o semi automática. En estos procedimientos el operario se encarga de hacer todo o gran parte del trabajo final, mientras que en un proceso automático, solo hay que abastecer la máquina.

Proceso

Independientemente del grado de automatización, de la cantidad de la tirada o la implicación artística del acabado manual, el proceso inicial siempre es el mismo. Son tres los pasos a seguir:

  • Hacer un fotolito de la imagen a estampar. Según el diseño y los colores que tenga, habrá que hacer varios fotolitos. Uno por cada color. Estos serán la base para crear las pantallas necesarias para llevar a cabo la estampación. Es primordial que la imagen de la que se parta para crear el fotolito posea una excelente calidad. El resultado final dependerá en gran medida de este detalle.
  • Crear la pantalla es todo un proceso artesanal. Su elaboración se lleva a cabo con un marco de madera o metal que contiene la malla donde se representará el fotolito. El proceso de emulsión que da como resultado la fusión del fotolito en la malla, se lleva a cabo en una habitación con las condiciones lumínicas necesarias para ello, al igual que para el revelado fotográfico, es vital que se haga en un cuarto oscuro con luz roja.
  • El último paso, el más sencillo de todos pero no por ello, menos importante, es la estampación propiamente dicha. En este momento dependerá de las unidades que se vayan a serigrafiar si se realizara en una maquina automática o semi, o incluso de forma manual. Para llevar a cabo este paso, se coloca en la maquina o mesa de estampación, el objeto a estampar y la correspondiente pantalla. Este paso debe llevarse a cabo de forma minuciosa para que todos se estampen en la misma posición. Se aplica la tinta y se procede al secado de la misma. Esto puede hacerse en bandejas o en un túnel de secado.

Desde Algrama nos hablan de este proceso como el clásico de los clásicos en lo que a estampación se refiere. Posee un sinfín de aplicaciones y el proceso final de impresión y acabado es bastante rápido pese al tiempo que conlleva su preparación inicial.

Dado que mayormente se utiliza para estampación en textiles, para lograr una mejor conservación de la imagen, se aconseja lavar la camiseta o el artículo que sea, con agua templada y del revés.

Las ventajas que ofrece la serigrafía son numerosas: imprime sobre materiales de todo tipo, desde papel hasta vidrio; se puede imprimir en soportes de cualquier forma como un cilindro o un plano; se puede imprimir en cualquier superficie; no daña el soporte; existen gran variedad de tintas; puedes obtener para su uso colores saturados, brillantes etc.

La serigrafía no pasa de moda, su uso sigue siendo muy demandado tanto por la calidad de la estampación como por su rentabilidad y menor coste. Además de tener esa parte de proceso artesanal que hacen de cada estampación y diseño algo único.

 

subscribite al boletín informativo