¿Deberíamos frenar la industria turística en pro de nuestro ecosistema?

La principal industria española es el turismo, eso lo sabemos todos, pero hay muchos tipos de turismo: desde el desenfreno loco de los turistas jóvenes ingleses en Magaluf tantas veces portada de periódicos estos últimos años, hasta el turismo de lujo de la costa del sol o donde la jet set tiene un espacio reservado.  Miles de españoles viven de ese turista y este año ha sido todo un éxito en este sentido.

El turismo en España ha batido todos los récords este verano y ha quedado muy cerca de desbancar a Estados Unidos como segundo país del mundo con mayor número de viajeros recibidos. Según el Ministerios de Industria y Turismo  hasta junio llegaron a España más de cincuenta millones de visitantes extranjeros, un 6,5% más que en 2015, es decir, que ha recibido alrededor de 74 millones de turistas (seis millones más que el año pasado).

Según los expertos, este optimismo viene marcado en gran medida por la recuperación del consumo interno de las familias que ya alcanzó tasas positivas en 2015, algo que no ocurría desde la crisis, y además debemos tener en cuenta el llamado “turismo prestado” que son viajeros que llegan a España en busca de un destino seguro tras los atentados ocurridos a lo largo del año en Egipto, Turquía y Túnez.

Sin embargo, este optimismo del que hablamos a mí me lleva a pensar otra cosa que no llega a pertenecer al sector turístico pero va muy ligado a él, y es que esa mejora de la economía familia se ha traducido, este verano, en terrazas de bares, chiringuitos, restaurantes, heladerías, cervecerías y taperías llenas. En ocasiones he visto hileras de bares llenas de gente con personas esperando su turno para poder sentarse en la terraza y la mayoría de esas personas no eran extranjeras, sino españolas.

Uno de los empresarios hosteleros más cercanos que conozco me confesó que invirtió, a mediados de junio, más de 3000 euros en instalar un toldo corredero de Toldos Clot porque sabía que antes de finalizar el mes habría amortizado la inversión al poder ampliar la terraza. Y así fue, para inicios de Julio ya había amortizado el gasto y estaba ganando el doble cada semana.

Todo esto hace que me venga a la cabeza el típico enigma de huevo y la gallina ¿la economía de las familias españolas mejora porque el turismo extranjero escoge nuestro país como destino vacacional o es el turismo el que mejora gracias a que la economía familiar mueve ahora más dinero y se ve más ambiente en las calles?

Saturación desmesurada

Pero no es oro todo lo que reluce. Ciudades como Barcelona, Palma de Mallorca, Ibiza o Formentera sufren una saturación desmesurada que algunos ecologistas tachan de extrema y opinan que puede dañar, notablemente, el ecosistema de esas zonas españolas. En la capital balear han aparecido pintadas como “El turismo destruye la ciudad” y “Stop guiris”. De hecho, incluso la teniente de alcalde, Aurora Jhardi, señaló la pasada semana que “la ciudad ha llegado al límite” en cuanto al turismo.

Llegados a este punto y teniendo en cuenta que “la maraca España” cada vez está mejor vista fuera de nuestras fronteras, me hace pensar en si no sería mejor gastar un poco más de nuestro esfuerzo en fomentar otras industrias que no tengan nada que ver con el turismo,  en pro de proteger nuestro ecosistema. Aunque teniendo en cuenta que estas decisiones no las tomamos nosotros precisamente, tal vez sea mejor no pensar en ello ¿o no? ¿Qué pensáis vosotros? ¿Debemos apostar más por otras industrias o deberíamos seguir fomentando el turismo como primer factor económico en España?

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