Una opción necesaria cuando se llega a una edad

Dice mi padre que si las residencias de ancianos son rentables es por algo. La verdad es que no le falta razón y creo que en el futuro lo van a ser más. Seamos sinceros, cada vez los españoles vivimos más, lo mismo que la mayor parte del planeta.

Cada vez vivimos más años y las sociedades están cambiando

Antes veías a una persona con 60 años y te parecía mayor, ahora hay gente de esa edad que está todavía de bastante buen ver. Mejores comidas y pese a nuestras críticas, los avances en la medicina y a la hora de vivir, parece que han hecho que vivamos bastantes más años que antes.

Lo malo del tema es que, al vivir tantos años, a veces la mente no acompaña como debiera y tristemente podemos ver muchos casos de demencia o Alzheimer, igualmente podríamos decir de la falta de movilidad, ya que, aunque esté uno más o menos bien, los años en los huesos no perdonan.

Cuando uno llega a edades avanzadas puede encontrarse con situaciones en las que uno deja de ser autónomo para convertirse en dependiente si es que quiere seguir viviendo. Antiguamente la gente que llega a esas edades, tenía a la familia en la mayoría de las ocasiones. En la actualidad, las sociedades han cambiado mucho y esto hizo que al acceder también la mujer al mundo laboral, sea más complicado el que los familiares puedan echarte una mano.

La realidad es que tenemos que pensar en todo este tipo de temas, porque nos puede llegar a pasar, aunque de jóvenes pensemos que eso es imposible. Así pensaba mi tío y ahora que está solo y que no podemos cuidarlo, nos dio la razón de que ya no podía mantenerse el solo y realmente era conocedor de que no podíamos cuidarle como es debido, pues la mayor parte del día no hay nadie en casa.

Esto nos hizo valorar varias opciones, pero la que más nos convenció fue llevarle a una residencia de Barcelona que está bastante bien, Benviure se llama. Aquí tienen unas instalaciones modélicas y sin barreras arquitectónicas, que con 91 años no está uno para subir hasta el tercero sin ascensor donde estaba su casa.

Igualmente, tiene multitud de actividades con las que se divierte. Los primeros días fueron más complicadillos, pero más por echarnos de menos y acordarse de su mujer que por otra cosa. Ahora ya tiene su pandilla de amigos y disfruta de su partida como debe ser.

Nosotros no faltamos a la cita de los viernes y el sigue muy atento todo lo que nos pasa, en particular como nos va en los estudios, pues él, que fue profesor, sabe de la importancia que es formarse para ser alguien.

La verdad es que cuando ves que allí está bien atendido y que incluso a nivel salud, está mejor en sus niveles de azúcar que cuando le tomábamos nosotros los niveles, se queda uno un poco más tranquilo. Le queremos mucho y si hubiera sido posible nos hubiera encantado que se quedara con nosotros, pero la vida actual y el tener que trabajar todos para sacar unos la casa adelante y otros la universidad, lo han hecho imposible.

 

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