La agricultura es la principal actividad económica de las zonas rurales, ya que la extensión que ocupa es la mayor parte del territorio europeo y en las que vive aproximadamente la mitad de su población. Las comunidades rurales y los paisajes del medio rural son parte del patrimonio nacional y la agricultura juega un papel esencial para su conservación, impulsando el desarrollo socio-económico de las mismas y evitando el abandono del medio rural. Además del empleo directo que genera a través de la actividad agrícola, actúa como motor de la economía en estas zonas menos pobladas (en comparación con las grandes ciudades), fomentando la diversificación hacia otras actividades, algunas relacionadas con la producción agrícola como el suministro de insumos o las industrias agroalimentarias, y otras complementarias como la prestación de servicios o el desarrollo de actividades turísticas, en conjunto, la agricultura y el sector alimentario son esenciales para la economía española y europea.