Además de una época de crisis, estamos viviendo de una época de grandes cambios debido a la incorporación de la tecnología en el mercado laboral. Adaptarse a los cambio es relativamente fácil, pero otra cosa es conseguir hacerlo al ritmo al que cambia nuestra realidad inmediata.
Parece que la modernidad de la empresa deriva en ser emprendedor, en seguir generando empleo –o autoempleo- a través de buenas ideas que detecten nichos de mercado apropiados que den sus frutos. Aun así, ser emprendedor está muy vinculado al fracaso, puesto que muchas veces es inevitable fallar varias veces (el 80% de las empresas lo hacen) hasta dar con una fórmula que realmente funcione. La vida se hace menos segura que antes, pero también más aventurera e imprevisible.
¿Cómo podemos arriesgar y fracasar sin acabar viviendo debajo de un puente? Parte del secreto está en invertir en negocios que no requieran de un gran capital inicial. El desembolso de dinero no debe ser el motor principal de nuestro negocio, sino más bien las noches en vela y la pasión por un proyecto. Es decir, más inversión de nuestro tiempo (sin cobrar nada a cambio) que pérdida de ahorros.
Es necesario empezar desde casa, donde haremos menos gasto que haciéndonos con un despacho o un local comercial. Ya tendremos tiempo de ampliar. El coste de la producción debe ser lo más bajo posible.
Aunque tengamos ideas de productos que pensamos que serían rentables aunque algo más costosos, es mejor reservarlos para cuando podamos asumir los gastos sin arruinarnos en caso de que no salga bien.
Otro punto básico, más en cuanto a la personalidad del emprendedor que en cuanto a acciones concretas que llevar a cabo, es la flexibilidad. El empresario en potencia debe tener vista para saber observar las fluctuaciones del mercado y adaptarse a los cambios y, si es posible (y es lo realmente deseable) predecir qué cambios se producirán en el futuro, para prever errores o aprovechar oportunidades.
Para llevar a cabo esta última tarea, tan esencial para el emprendedor, Regis Compte recomienda y facilita un análisis de los movimientos de la economía. Al ser por sectores, como es nuestro cometido, el estudio resultará mal real y fiable, siendo el que interesa al empresario en su contexto específico, aunque sin olvidar los movimientos generales del mercado, ya que las acciones en un sector concreto pueden tener, sin saberlo, un efecto de carambola en el resto que no nos conviene obviar.
La información es fundamental para manejarnos en el mundo moderno, y aún algo más básico si queremos abrirnos camino en él.